Breve escapada a Galicia para recibir a una amiga peregrina en la Plaza del Obradoiro que se convierte en la excusa perfecta para estrenarme en la vida nómada a bordo de mi Renault Megane "camperizado".
Salgo temprano de Madrid en dirección a Vigo donde hago la primera "parada técnica" para comer en casa de una amiga y partir con ella a la Illa de Arousa. Allí hemos quedado con su novio, un auténtico experto en camperizaciones, que además de indicarme dónde pasar la noche, "diseña" una importante mejora en "mi hotel": utilizar la bandeja del maletero como cabecero para separar el habitáculo de dormir de los asientos delanteros, optimizando el espacio y ganando así privacidad y oscuridad.
Subimos con el coche hasta el Faro de Punta Cabalo, un rincón precioso, en el extremo norte de la isla, y damos un agradable paseo por la playa aledaña, llamada también de Sualaxe o del Faro.
Después de parar a tomar algo en uno de los bares de la zona portuaria volvemos al aparcamiento de la Playa de Vao, junto al puente que une la isla con tierra firme. El parking público es grande y cuenta con zona de autocaravanas. Tiene buenas vistas al mar y la tradición "camper" en esta zona garantiza la seguridad y el buen ambiente siempre que se cumplan las normas. Perfecto para un discreto coche del que nadie sospecharía que dentro duermen una humana y una perra. Con el Megane ya montado para pasar la noche, mis amigos se vuelven a Santiago (donde viven y trabajan) y me quedo a solas con Bimba.
Aún quedan unas horas de luz, así que paseamos por el paseo marítimo que sale del aparcamiento y disfrutamos de un precioso atardecer de los que ofrece Galicia.
Cenamos mirando al mar en un banco cercano al coche, ya equipadas con el frontal, aunque la zona está bastante bien iluminada... y en cuanto empieza a bajar la temperatura nos metemos en el coche con nuestros respectivos sacos de dormir.
He de reconocer que tenía miedo a cómo podría reaccionar Bimba al descubrir que íbamos a dormir en el coche... y la verdad es que mi perrona me dejó gratamente sorprendida por la naturalidad con la que se enroscó en su saco y se quedó dormida en apenas 30 segundos al entrar en nuestra casa con ruedas. Ella pasó una plácida noche... yo como novata estuve un poco más pendiente, pero también descansé genial, haciendo la "cuchara" con ella.
Por la mañana y tras "desmontar" el dormitorio para reconvertir el coche en un coche serio y formal, volvimos a conducir hacia Punta Cabalo para dar un agradable paseo esta vez en dirección a la playa de O Naso. Es un recorrido con pasarelas de madera, entre playas con grandes rocas y un bonito pinar conocido como paseo O Campelo. Ideal para comenzar el día con una buena dosis de belleza y tranquilidad.
Volvemos hacia el centro de la isla para parar en un supermercado a avituallarnos para todo el día y comenzamos nuestro "road-trip" de hoy: Vilanova de Arousa, Vilagarcía y siguiendo la línea de costa por la PO-548, hacemos nuestra primera parada en la Lagoa das Pedras Miúdas. Es este un paraje peculiar, recuperado tras las obras del tren de alta velocidad, y por cuya restauración ambiental lucharon incansablemente los vecinos. Se respira tranquilidad y se puede pasear tranquilamente por los alrededores.
Continuamos el viaje hacia Catoira, cruzando su puente sobre el río Ulla y nos adentramos en la comarca del Barbanza, escogiendo nuevamente las carreteras que bordean la dentadísima costa gallega. Vamos ahora por la DP-3301 hacia Rianxo, haciendo una breve parada en la Playa de Tanxil para nuevamente, recrearnos con las vistas. Salimos brevemente a la Autovía do Barbanza, atravesando el ya tristemente célebre viaducto de Taragoña, y volvemos a desviarnos por la secundaria AC-305 hacia Boiro y A Pobra do Caramiñal. Aquí, cogeremos la carretera que sube hasta el monte da Curota. En lo alto, además de un aparcamiento, encontramos un mirador increíble con impresionantes vistas tanto a la ría de Arousa como a mar abierto. Como sopla un viento importante, retrocedemos un poco para hacer otra parada, un poco más abajo esta vez para comer plácidamente en las mesas que hay en el mirador de la Curotiña, con vistas que tampoco desmerecen y una escultura en homenaje a don Ramón del Valle-Inclán.
Salimos de A Pobra, ahora sí por la AG-11 hacia Santiago y nos dirigimos a Monte do Gozo, a relajarnos otro buen rato en sus verdes campas acostumbradas al trasiego de peregrinos.
Quedo para cenar en casa de mis amigos, junto al centro de la ciudad, no sin antes aparcar con su ayuda en el lugar estratégico: la rua de Ricardo Carvalho Calero. Se trata de una tranquila calle, en plena zona universitaria y junto al Auditorio de Galicia. De aquí al centro apenas hay 10-15 minutos a pie, no hay parquímetros y por la noche, sin el trasiego estudiantil del día, es perfecta para descansar. Dejo montado el colchón en el coche y vamos andando a su casa.
Tras un buen rato con ellos, "me retiro a mis aposentos" bajo una tremenda tormenta. Un escenario muy gallego que me servirá para probar también el Megane y situación climatológica adversa. Compruebo que dormir en el coche bajo la lluvia genera mucha humedad y condensación pero aún así, descansamos sin problema. Supongo que la solución en estos casos será dejar una pequeña rendija abierta en las ventanillas.
Amanecemos temprano, ya que al estar en zona urbana no quiero llamar la atención. Y nos movemos hacia la Plaza del Obradoiro para ver la llegada a caballo de mi amiga peregrina. Tras la celebración de la llegada, Bimba y yo tenemos que emprender el regreso a Madrid... así que vuelta al coche y carretera y manta.
Es increíble lo que cunde el tiempo en este tipo de escapadas cuando vas en "modo caracol" y en el coche llevas todo lo que necesitas: comida, cama y mapas...
Después de la buena experiencia de la escapada a Galicia, estamos preparadas para la vida itinerante en modo "megamping". Otra de las ventajas de este modo de viajar es que no es necesario irse demasiado lejos y permite descubrir de otra manera, lugares cercanos. Perfecto para airear la mente y aprovechar puentes o fines de semana largos y que cundan como unas largas vacaciones.
Así, en Semana Santa decidimos recorrer nuestra querida Sierra de Guadarrama, aprovechando para hacer las rutas de senderismo que habíamos ido procrastinando por la pereza de madrugar demasiado en domingo...
Salimos Jueves Santo a mediodía para evitar atasco... pero aún así la A-1 va cargada. Nos lo tomamos con calma y así llegamos a Pinilla del Valle a la hora de comer. Nos adentramos en la Ruta de los Oficios en busca de un lugar agradable donde comer y lo encontramos junto al antiguo molino. Está pasando la zona de "merendero" oficial, por lo que ofrece mucha más tranquilidad y sosiego. Con el estómago lleno, enfrentamos la ruta, que ya conocíamos, para hacer la digestión. Es la tercera vez que hacemos este bonito recorrido autoguiado que ofrece impresionantes vistas a los montes carpetanos (El Nevero, Peñalara...), se adentra en un precioso melojar con majada de pastores incluida y nos enseña en sus numerosos paneles interpretativos, cuáles eran los oficios tradicionales de estos valles.
Una vez de vuelta al punto de partida, prolongamos el paseo hasta el fondo del pueblo, la iglesia y la zona de autocaravanas, pero comienza a llover y corremos a refugiarnos en el coche para ir buscando sitio de pernocta.
Mi plan inicial era dormir en el bonito pinar del área recreativa de Las Lagunillas, poco antes del Puerto de Navafría, y hacia allí nos dirigimos... pero según vamos ganando altitud, llueve cada vez más. Llegamos al aparcamiento y esperamos a que pare de llover pero como pasado un rato, no ocurre, decido improvisar y buscar algo por la zona de Gargantilla de Lozoya...
Bajamos y al recuperar la cobertura chequeo Park4Night, la app de autocaravanistas y campers en las que reseñan los mejores lugares para pernoctar. Recomiendan uno en Navarredonda y otro en Pinilla de Buitrago... dos opciones cercanas y que me permiten ganar tiempo a la meteo.
Cuando llegamos a Navarredonda se ve demasiado coche aparcado en el punto de acampada y demasiado trasiego de día festivo... así que me juego todo a la carta de Pinilla de Buitrago y ¡acierto!. Se trata de un pequeño aparcamiento junto a una vía pecuaria (¡ojo! que por defecto estas vías están prohibidas a vehículos a motor salvo autorizados... pero al haber una hípica cercana y varias fincas, en principio este tramo se puede hacer... siempre que seamos respetuosos). El aparcamiento tiene contenedores de basura, lo cual es siempre útil en estos casos, está en un lugar tranquilísimo y a dos pasos a una preciosa calita en el embalse de Riosequillo (baño prohibido). A estas alturas ya ha parado de llover, así que cenamos junto al embalse y nos recogemos prontito, también para no molestar a los "vecinos", una familia tranquila en autocaravana.
Despertamos al amanecer, vemos salir el sol tras las montañas, desayunamos, recogemos el colchón y nos damos prisa para recorrer el valle del Lozoya hasta llegar a Rascafría. El plan es hacer una ruta de senderismo por el famoso Valle de La Angostura (el tramo inicial del río Lozoya) y para ello hay que conseguir aparcar en los pequeños aparcamientos del par de restaurantes que hay en la carretera que sube a Cotos, en las inmediaciones del paraje conocido como La Isla. Cumplimos la misión pero cuando llegamos ya empieza a haber bastantes coches... solo esto ya justifica el pernoctar por aquí... no quiero ni imaginar el madrugón viniendo desde Madrid.
Comenzamos la ruta a pie desde el aparcamiento del Restaurante Los Claveles hacia La Isla y la preciosa Presa del Pradillo... allí cogemos el sendero que junto al arroyo, lo va remontando en un paraje idílico de pinos y saltos de agua. Después de una buena paliza de 15 km y de no haber conseguido alcanzar el mítico tejo milenario de Barondillo porque el arroyo bajaba con demasiada agua, nos sentamos a comer y descansar junto al aparcamiento.
Retomamos la ruta en coche con la intención de rellenar las cantimploras en la famosa Fuente de Cossío del puerto de La Morcuera. Esta carretera, desde este lado, ofrece una de las vistas más bellas de la Sierra de Guadarrama. Llegamos pero la fuente no da agua (una auténtica pena... además, hace meses hicimos noche en este mismo aparcamiento, muy recomendable, por cierto, y no tuvimos problema a este respecto) así que seguimos nuestro camino recorriendo nuestras fuentes de confianza... bajamos a Miraflores pero se nota demasiado trajín en los alrededores de la Fuente del Cura, así que cogemos la carretera de Bustarviejo y cumplimos la misión avituallamiento acuático en la mítica Fuente del "collao", cuyo bar aledaño está animadísimo.
Con las cantimploras llenas, tiramos dirección Valdemanco y La Cabrera ya con la cabeza dando vueltas al punto de pernocta... probamos en un lugar junto al campo de tiro de La Cabrera pero es zona de escaladores y está muy concurrido. Como queremos dedicar el día siguiente a la Sierra del Rincón, decido que lo mejor es ir ya hacía allí y dormir en el aparcamiento del Puerto de La Puebla... ¡excelente decisión!
Como llegamos bastante temprano hay bastante movimiento de gente que acaba rutas de senderismo o que para a hacer fotos del privilegiado paisaje que se abre desde aquí. Nos sentamos a descansar en una roca admirando las vistas... y cuando la cosa se va quedando tranquila, montamos discretamente el colchón y nos metemos un rato en el coche, Bimba a siestear plácidamente y yo a leer. Salimos para cenar viendo el imponente atardecer y cuando el sol ya ha caído, nos recogemos a nuestros aposentos. Para entonces ya no queda nadie en las inmediaciones y pasamos una noche de lo más tranquila, salvo por una extraña interrupción sobre las 3:00 AM, cuando un par de coches paran y tras un rato alumbrándonos sospechosamente con sus faros, continúan su trayecto a no sabemos muy bien dónde.
Por la mañana, tras el ritual de recoger y desayunar, nos dirigimos a La Hiruela. Aparcamos en el parking disuasorio a pie de la carretera (no se puede entrar al casco urbano con coches y hay un aparcamiento a la entrada misma del pueblo y otro, un poco más apartado, en la carretera), atravesamos el pueblo (para mi gusto una auténtica joya desconocida ¡y que así siga!) y realizamos la Senda Verde "De molino a molino", que tras atravesar un bonito melojar, recorre el río Jarama mostrándonos los restos de antiguos molinos.
Cumplido este agradable paseo matutino (que ya conocíamos, fue la primera ruta que Bimba hizo con nieve hace 4 años, y teníamos ganas de repetirla), nos dirigimos hacia Puebla de La Sierra con la intención de visitar la famosa Silla de Meira. Junto a la carretera, muy cerca del punto de inicio que lleva a ese paraje, encontramos un agradable rincón a pie de un riachuelo y junto a un roble catalogado como "Árbol Singular". Comemos y siesteamos aquí, a pesar de que se ha ido llenando de gente, se está muy agusto... y ya por la tarde, subimos a la silla (Bimba ya a regañadientes porque entre unas cosas y otras, llevamos ya bastante tute).
Como no tenemos muy claro donde pernoctar, improvisamos un recorrido por carreteras secundarias por la zona de El Atazar y de la cuenca del río Jarama. Paramos en la dehesa de Valgallego, en Torrelaguna y barajamos dormir allí... pero es demasiado pronto aún, está demasiado concurrida y mañana es probable que cojamos atasco... así que tras un rato de relax en este agradable pinar, decidimos volver a casa con el objetivo de no pisar la A-1... cosa que conseguimos (ver itinerario en el mapa).
Reconfortante escapada que nos abre un mundo de posibilidades para aprovechar cualquier fin de semana o minipuente...
Otro gran truco de viajeros lowcost es canjear 200 puntos Decathlon por una experiencia en un cámping y hacerlo el primer o el último finde de la temporada para evitar aglomeraciones. El año pasado hicimos esto al principio de verano y nos fuimos a Abejar (Soria). Este año, ya con el Megane tuneado, ha sido el turno de Madrigal de La Vera... y salvo por la triste sequía que nos asola, La Vera ha sido un gran descubrimiento. Habrá que volver cuando las lluvias, si algún día vuelven, hayan recuperado el caudal de las numerosas gargantas que salpican esta zona a las faldas de Gredos.
A tan solo 185 km. de Madrid, encontramos la garganta de Alardos, un espectacular paisaje a la salida de Madrigal de La Vera, en el límite provincial entre Extremadura y Castilla-León. Allí, a apenas 2 horas de coche de Madrid, se encuentra el Camping La Mata, la que sería nuestra base de operaciones en este road-trip "deluxe" (deluxe=tener wc y ducha con agua caliente y la seguridad de que nadie va a romperte la luna del coche y te va a asaltar en plena noche).
Este viaje tenía el aliciente de que Bimba y yo llevábamos más tripulación a bordo: mi hermana y sus "cachorros" (o sea, mis sobris de 11 y 14 años, a los que hay que mantener asalvajados), por lo que era necesario cubrir unos mínimos de seguridad/comodidad.
Salimos de Madrid a las 10:00 y a las 12:30 ya estábamos montando el campamento: la tienda de campaña donde dormirían ellos 3 (dejando en ella el colchón del Megane para poder viajar libre y cómodamente durante el día) y la hamaca en los árboles. Del tirón comemos la ensalada de pasta que traíamos preparada y nos vamos a investigar el "Charco negro", una piscina natural que hay justo al lado del cámping... muy bonita, presidida por unas increíbles vistas de la cara sur del Almanzor, pero terriblemente seca. Damos un paseo pero salvo Bimba, que poca agua necesita para cubrir sus necesidades natatorias, los demás descartamos el baño.
Volvemos al camping para dormir una siesta reparadora y tras subir garganta arriba infructuosamente buscando un paraje con menos gente y más agua, decidimos echarnos ya a la carretera para visitar el que dicen es el pueblo más bello de la zona: Villanueva de La Vera.
Por el camino hacemos dos paradas: la primera en la Garganta Gualtaminos, donde encontamos la piscina natural directamente vacía por falta de caudal. El paisaje así resulta apocalíptico y nos deja tristes... así que continuamos hacia la Cascada del Diablo, que obviamente, también está sin agua. No obstante este lugar resulta increíble, un cañón abrupto, con grandes bloques graníticos y pequeñas pozas que acumulan la poca agua que queda... y que sirven de refugio a alguna que otra rana. Realmente, en su apogeo y haciendo honor a su nombre, será espectacular... habrá que volver.
Llegamos ya a Villanueva de La Vera y los "top rurales" no engañan. El pueblo es verdaderamente precioso. Callejuelas estrechas llenas de plantas y flores, balcones con los característicos pimientos secándose para obtener el famoso pimentón, puertas con inscripciones... tras patear todo el centro, nos sentamos en una terraza de la plaza, junto al ayuntamiento, para cenar las delicias de la zona... aunque hay que reconocer que el restaurante que escogimos, recién abierto, no cumplió nuestras expectativas.
Regresamos al camping, montamos el colchón en el coche. El invento causa sensación entre mis sobris, que tras contar historias de miedo poniendo a prueba la capacidad del "megamping", se van resignados a su tienda de campaña. La temperatura y el silencio son perfectos para el descanso... así que no amanecemos hasta casi las 10:00, demostrando que somos una manada de auténticos lirones.
Tras el desayuno, desmontamos de nuevo el colchón para poder volver a la carretera. El destino: el monasterio de Yuste. Por el camino: la EX-203, la carretera que vertebra la comarca y que nos permitirá conocer La Vera un poco más y mejor en un solo día.
Llegamos a Cuacos de Yuste sobre las 13:30 y subimos la carreterita que lleva al monasterio. El aparcamiento está ajetreado y el de seguridad nos da un consejo: si vamos a partir de las 15:00, al ser domingo, entramos gratis... y al ser la hora de la siesta no hay ni cola, no problema para aparcar. Ante un chivatazo de tal calibre, hacemos caso y continuamos por el camino rural que lleva a Garganga La Olla, donde un poco antes de llegar, damos con el sitio perfecto para comer y darnos un chapuzón: la piscina natural de Las Pilatillas. Hay bastante gente pero podemos cumplir ambos objetivos sin problema. Eso sí, esta vez lo que nos entristece es la suciedad del entorno... no entendemos cómo la gente no cuida esta joya y la llena de basura.
Retrocedemos para ver los aposentos donde Carlos V pasó sus últimos días y comprobamos que la información del "segurata" era cierta. Tras hacer la visita en dos turnos para quedarnos con Bimba (Patrimonio Nacional no es dogfriendly, jaja), retrocedemos por la carretera de Cuacos y hacemos una parada en un sitio bastante curioso: el cementerio de los alemanes. Descansan aquí todos los soldados alemanes que perdieron la vida en aguas o aire españoles durante las dos grandes guerras. La estética es efectivamente de cementerio de guerra e impresiona ver la edad de las víctimas, veinteañeros casi todos. Seguro que ninguno esperó al irse al frente, acabar con sus huesos en este rincón perdido de Extremadura.
Paramos en Cuacos de Yuste, que también tiene fama de pueblo con encanto y así es... pero es la hora de la siesta y no hay ni un solo lugar donde tomar un refrigerio. Así que tras el paseo de rigor, volvemos al coche para volver a la EX-203 e ir parando donde nos pida el cuerpo durante el trayecto de vuelta.
Y así nos encontramos con la piscina natural de San Gregorio, poco antes de llegar a Jarandilla de La Vera. Aquí sí que hay buena cantidad de agua, fresquita, eso sí... pero nos damos el último chapuzón del viaje y del verano bastante a gusto. También hay chiringuito y vestuarios, vamos, todo equipado. Después de un heladito y cambiarnos de ropa, seguimos adelante.
Guiadas por la curiosidad de ver cómo es el pueblo donde dicen que Alejandro Sanz pasa gran parte del año, paramos en Jarandilla de La Vera. El pueblo no está mal pero comparado con los que ya hemos visto, nos impresiona bastante menos. Tal vez lo más impresionante sea su Parador Nacional. Como aún es pronto en esta parada, decidimos volver al camping para pegarnos una buena ducha y decidir qué hacer con la cena.
Después de la ducha nos embarga la pereza así que finalmente nos quedamos en el campamento y cenamos en el restaurante del camping unas buenas hamburguesas para cerrar este viaje relámpago a este paraíso secreto tan cercano a Madrid.
El camping se ha quedado ya prácticamente vacío así que la noche es más tranquila y reparadora si cabe que la anterior... el lunes amanecemos, recogemos y carretera y manta de nuevo para Madrid... apuntando este destino como un lugar al que volver cuando las lluvias recarguen los cauces.
Fugaz escapada improvisada para aprovechar que las noches aún no son frías y permiten dormir en el coche en condiciones óptimas de confort.
Este año la festividad del Día de la Hispanidad cae en miércoles, lo que tampoco nos permite grandes alardes de creatividad y distancia... como tenía ganas de conocer el entorno del embalse de Valmayor, chequeo Park4Night en busca de un buen lugar de pernocta y así descubro la ermita de Nuestra Señora de la Soledad, en Colmenarejo. Y aunque el cielo amenaza lluvia, Bimba y yo nos lanzamos a la aventura y salimos con el "megamping" preparado el martes por la tarde.
Llegamos al área recreativa y efectivamente cumple con creces con nuestras necesidades (llano, con contenedores de basura y fuentes, porche en la ermita, mesas y bastante "recogidito") y aunque, efectivamente, se ha puesto a llover, nos petrechamos contra las inclemencias y salimos a pie por una de las numerosas vías pecuarias que vertebran esta zona. Así, tras un paseíto por un típico paisaje adehesado, rodeado de fincas, llegamos al área de San Blas, una bonita playa del embalse de Valmayor que ofrece unas vistas privilegiadas a El Escorial y Las Machotas, tras las que vemos ocultarse el sol en un atardecer que es un auténtico regalo para los sentidos.
Tras el atardecer rehacemos el camino andado, habilitamos el "dormitorio", cenamos bajo el porche de la ermita y nos recogemos a leer en "la cama". Entonces la luna llena nos deleita también apareciendo justo en nuestro campo de visión. Salvo algún coche que pasa por la Vía Pecuaria para recogerse en sus fincas, nada perturba nuestra noche, en la que estamos absolutamente solas en el aparcamiento.
Por la mañana nos ponemos a recoger un poco antes de que empiecen a llegar pescadores, senderistas y paseantes con perretes... y después de desayunar y ver las vistas desde el pequeño mirador que hay junto a la ermita, nos dirigimos por otra vía pecuaria a la "playa" más cercana. Buena manera de empezar este día soleado. Abundan los pescadores en esta zona, por lo que para no molestarles, desistimos de sentarnos en la orilla y volvemos al "campamento" para tomar un "bidesayuno" y ya coger el coche en dirección Navalagamella.
Este pequeño pueblo tiene una coqueta ruta de senderismo por sus antiguos molinos, que recorremos en poco más de hora y media. Aunque es sencilla, en el tramo de la hoz del río Perales hay algunos pasos entre rocas que pueden asustar a los menos habituados a estas cosas, pero aún así, muy recomendable.
Después de comer en una de las numerosas mesas que salpican el recorrido, volvemos al coche para regresar a casa antes de encontrarnos el típico atasco de día festivo en Madrid. Me reafirmo: ¡cuánto cambia la percepción de un día festivo el hecho de poder dormir fuera de casa! ¡Qué buena inversión el colchón!